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Caza: Los animales también tienen derechos

28 de Octubre de 2014

La caza atenta contra el derecho a la vida de los animales. Los seres vivos, por el hecho de serlo poseen un derecho natural a vivir, y su supervivencia está ligada al equilibrio depredador-presa. Desde el punto de vista ético no se les puede privar de la vida por placer o deporte. En nuestras sociedades desarrolladas las personas no necesitan cazar para alimentarse. · La caza hurta a los no cazadores el derecho a disfrutar de la naturaleza. Los cazadores son una minoría frente a los no cazadores. Pese a ello se apropian de las especies silvestres que son un patrimonio común. Pese a ser minoría, aproximadamente el 70% del territorio nacional está catalogado como terreno cinegético.

En jornadas de caza, andar por el campo recogiendo setas u observando pájaros se convierte en un ejercicio arriesgado. · La caza rompe el equilibrio ecológico. La actividad cinegética elimina palomas, perdices, conejos, ciervos...que forman parte de la cadena trófica natural. Sin duda ello repercute en otros animales (aves rapaces, carnívoros...) que dependen de aquéllos para sobrevivir. Al sustraer de la cadena trófica una parte de su biomasa se altera el equilibrio ecológico y los ciclos naturales de energía. Además está documentado que la caza ha sido causa directa de la extinción de las especies, como ocurrió con la paloma migratoria norteamericana, o ha puesto en peligro a muchas otras. · La caza es una fuente de contaminación. El efecto más pernicioso es el vertido anual de toneladas de plomo en forma de perdigones, a veces concentrado en determinadas zonas como lagunas o marismas. El plomo, como metal pesado, es altamente nocivo (plumbismo) para los animales. Está documentada la mortandad de aves acuáticas por ingerir involuntariamente perdigones mezclados con el fango que filtran. También se han dado casos de intoxicaciones en rapaces que habían sido tiroteadas y portaban perdigones en su cuerpo. · La caza ocasiona otros numerosos y diversos efectos negativos. Los cazadores, para eliminar competidores naturales colocan venenos en los campos; usan cepos y lazos, que son métodos no selectivos, capturando tanto especies protegidas; reintroducen especies exóticas que compiten con la fauna autóctona; vallan y cercan fincas, creando barreras insalvables para la fauna silvestre; emplean refinadas tecnologías (vehículos todo-terreno, armas de repetición, miras telescópicas, etc.) que convierten la caza en una persecución despiadada. · Además, las armas de caza son causa, todos los años, de accidentes desgraciados. En España mueren una media de 20 cazadores por año por disparos, a los que hay que sumar los numeroso heridos. Esto hace que la caza sea una actividad peligrosa, especialmente para los acompañantes y para quienes están en el monte sin practicarla. Se convierte en una ocupación de los espacios naturales por la fuerza, donde el resto de los ciudadanos tenemos nuestros derechos limitados.

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